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lunes, 5 de enero de 2015

El poder de las ciudades globales


La organización de la economía mundial tiene lugar en forma de una red global de nodos estratégicos, conectados entre sí y formando un sistema planetario en el que los flujos económicos y de información recorren miles de kilómetros en cuestión de segundos. Estos nodos estratégicos son las ciudades globales, grandes metrópolis de importancia mundial, y en las que tienen lugar los negocios, las transacciones económicas, las decisiones políticas… etc.
El concepto ciudad global lo introdujo la socióloga y economista neerlandesa Saskia Sassen en 1991 con la publicación de su libro The global city (Princeton University Press). En esta obra se presenta a las ciudades globales como aquéllas que tienen un efecto directo en los asuntos mundiales, a través no sólo de los aspectos socioeconómicos, sino también de la política o la cultura. Son ciudades cuya influencia es global. En el libro de Sassen se considera que París, Nueva York, Tokio y Londres son las ciudades que mejor representan las características de una ciudad global.
Lo que se tiene en cuenta para determinar a una ciudad global son otros factores que no tienen porqué estar relacionados con el número de habitantes, como por ejemplo: cantidad de sedes de grandes empresas, nivel de las universidades, cantidad y calidad de las conexiones con otras ciudades, acceso y conectividad con los mercados, cualificación de la mano de obra, porcentaje del PIB de la ciudad que procede de los servicios y servicios avanzados… etc.

Pérdida de poder de los Estados frente a las ciudades globales

Con la proliferación y desarrollo de las ciudades globales y otros espacios como las zonas económicas especiales se está dando un proceso de pérdida de poder de los estados y los países. Estos nuevos espacios centrales, impulsados por la globalización, son los que realmente importan para la economía mundial y la toma de decisiones, así como para la producción industrial y el desarrollo de tecnologías. Es decir, los países como entidad política han perdido su poder frente a nuevos actores mundiales (ciudades globales, empresas multinacionales, organizaciones internacionales…). La ciudad de Nueva York tiene más poder y más relevancia a nivel global por sí sola que países enteros como Paraguay, Sudán o Uzbekistán.
Según Saskia Sassen, las redes transfronterizas que unen a las ciudades globales engendran nuevas políticas regionales mundializadas, de forma que la política a nivel mundial está concentrada, determinada y definida en estos nuevos “ejes de poder”, que son las ciudades globales y los flujos que las unen.
Sassen pone algunos ejemplos, como el eje Estambul-Ankara, que podría tener más importancia a nivel global que la propia Turquía, o la tríada Sao Paulo-Rio de Janeiro-Brasilia, que constituyen un importante espacio de flujos financieros, económicos y políticos.
La creciente importancia de las ciudades globales ha conducido a un momento actual, en el que es más importante la relación entre Singapur y Hong-Kong que la que puedan tener dos países como Italia y Austria, por ejemplo. De la misma forma, son más importantes para el orden económico mundial los flujos financieros entre Berlín y Frankfurt que los que pueda haber entre Alemania con cualquier otro país.
Saskia Sassen lo dice tajantemente: “Lo que ha quedado claro en las últimas décadas con el crecimiento de las ciudades globales es que nuestro futuro geopolítico no va a estar determinado por el dúo EEUU-China, sino por veinte o más redes urbanas estratégicas alrededor del mundo.” Esta realidad que nos va a tocar vivir es tan novedosa como interesante, ya que la gobernanza mundial pasará de manos de los Estados a las ciudades globales, las cuales, debido a esta transferencia de poder, crecerán y se desarrollarán mucho más, hasta límites aun desconocidos.
Las preguntas que nos quedan son, ¿podrán las ciudades acaparar todo ese poder político y económico que arrebatarán a los países? ¿cómo se gestionará la llegada de millones de personas a las ciudades? ¿podrán las ciudades de los países en desarrollo incrementar y mejorar sus infraestructuras y prestar servicios básicos a sus millonarias poblaciones? ¿se olvidarán los aspectos sociales para centrarse únicamente en los económicos? ¿serán las ciudades lugares para vivir o lugares para hacer negocios?
Las ciudades son entidades muy interesantes de estudiar, y pueden llegar a ser grandes centros de poder. Pero pensar demasiado en economía, política, cifras y datos puede hacernos olvidar una cosa: la ciudad es un conjunto de personas.

¿Cuáles son las ciudades globales?
Afectadas por la globalización, las ciudades se han integrado en un sistema de flujos que abarca todo el planeta. La posición jerárquica de las ciudades en esta red mundial depende de la actividad económica dominante en cada urbe. De esta manera, las ciudades industriales han perdido importancia frente a las que desarrollan actividades de investigación e innovación tecnológica o concentran servicios avanzados.
Lo que distingue a las ciudades globales no es tanto su tamaño demográfico o su estatus de capital nacional, sino su poder económico. No todas las ciudades globales tienen que ser megaciudades, aunque en la mayor parte de los casos sí que coincide una gran población con un mayor poder económico y una mayor influencia a nivel global. Zurich, con apenas un millón de habitantes, es una ciudad global de mayor influencia y estatus internacional que Karachi (13 millones), Lagos (10 millones) o Calcuta (14 millones).
Lo que la consultora AT Kearney tiene en cuenta para elaborar el ránking de ciudades globales (el Global City Index) son 25 variables enmarcadas dentro de cinco grupos:
  • Actividades de negocios. Este parámetro se mide mediante el número de sedes de grandes multinacionales, la localización de servicios avanzados, el valor de los mercados de capital de la ciudad, el número de conferencias internacionales que tienen lugar al año y el flujo de mercancías a través de los puertos y aeropuertos. PONDERACIÓN: 30%
  • Capital humanoEn este caso se atiende a la calidad de las universidades, a la capacidad de la ciudad de atraer profesionales, al número de escuelas internacionales, porcentaje de estudiantes extranjeros, número de residentes con estudios universitarios… etc. PONDERACIÓN: 30%
  • Intercambio de información. Se examina cómo circulan las noticias y la información dentro y fuera de la ciudad. De esta manera se mide la accesibilidad a los principales canales de noticias y la presencia de internet. También se mide el número de agencias de información internacionales que están presentes en la ciudad. ATKearney utiliza además unos indicadores del nivel de censura informativa y de suscriptores a la banda ancha. PONDERACIÓN: 15%
  • Experiencia cultural. Para este indicador se atiende al número de museos y centros culturales que posee la ciudad, además de los eventos culturales que tienen lugar al año. El número de visitantes extranjeros que recibe la ciudad y las relaciones con otras ciudades (ciudades hermanas) también se tienen en cuenta. PONDERACIÓN: 15%
  • Compromiso político. Se mide cómo una ciudad influye en el diálogo político global, atendiendo al número de embajadas y consulados, así como las instituciones locales con proyección internacional que hay en la ciudad. PONDERACIÓN: 10%
Mediante la medida de estos cinco indicadores, los analistas de ATKearney elaboran cada año el Global City Index, una lista con las ciudades “más globales” del mundo. A la hora de determinar cuál es más influyente o importante, se tienen más en cuenta las actividades de negocios (Business activity) que el compromiso político (Political engagement), una muestra más de cómo, en el mundo actual, la economía tiene más importancia que la política.
Para ser una ciudad global es indispensable acoger a las sedes de las mayores empresas del mundo. En una ciudad de alto rango han de localizarse empresas de alto rango. Aunque pueden ser de cualquier sector, la mayoría de las multinacionales que encontramos en los flamantes rascacielos de las ciudades globales son empresas de servicios, del sector financiero y bancario, así como inmobiliarias, aseguradoras o consultorías. También se encuentran las sedes de multinacionales del petróleo o del sector del automóvil, pero las que mejor representan el nuevo modelo económico del desarrollo son las multinacionales del sector servicios (en especial la de los servicios avanzados).
Junto a las actividades de negocios, el otro indicador que mejor determina la influencia global de una ciudad (según ATKearney), es el capital humano. La calidad de las universidades, la presencia de estudiantes universitarios extranjeros o el número de escuelas internacionales caracterizan a las grandes ciudades globales. No es casualidad que las principales universidades del mundo estén, precisamente, en ciudades de alto rango (ver: QS World University Rankings).
Volviendo a hacer hincapié en el concepto de rango, está claro que en estas ciudades globales, que están en lo más alto de la jerarquía urbana, han de encontrarse las mejores universidades del mundo. Y no sólo las universidades, sino también los mejores centros comerciales, las mejores óperas, los mejores palacios de congresos… etc.
MÁS INFORMACIÓN: The Global City Index 2014 (ATKearney)
En el TOP 10 de las ciudades globales, las potencias tradicionales siguen liderando el ránking. De las diez ciudades más influyentes e importantes del mundo, seis son ciudades europeas y norteamericanas. La creciente influencia de los países emergentes en la economía mundial se contempla mejor observando los cambios en la lista completa. La mitad de las ciudades globales señaladas por la consultora ATKearney son ciudades asiáticas, que hace unos años no tenían importancia a nivel mundial o eran incluso desconocidas para la mayoría de la gente, como Guangzhou (China) o Bangalore (India).
En la imagen de la derecha vemos el centro financiero y de negocios de Guangzhou, mucho más moderno e impresionante que el de Barcelona o el de Milán. Las grandes ciudades asiáticas se están desarrollando y modernizando a ritmos muy superiores a las europeas.
No será tan famosa como Barcelona, París o Londres, pero Guangzhou está escalando rápidamente los puestos del ranking de ciudades con más influencia en el mundo. Hace dos décadas apenas era un puerto histórico en el Mar de la China Meridional y hoy en día es una ciudad moderna, con zonas especiales para potenciar la economía del conocimiento y la investigación, como la Ciudad de la Ciencia o la Zona para el Desarrollo Tecnológico y Económico. Un ejemplo de cómo en la Periferia del mundo se están dando los mayores ritmos de crecimiento económico.
ARTÍCULO RELACIONADO: Cambio en el orden económico mundial (Juan Pérez Ventura, Diciembre 2012)
Desde hace varios años, las “ciudades globales” por excelencia son Tokio, Londres, Nueva York, París y Hong Kong. La importancia de estas ciudades viene de que en ellas están presentes instituciones, organizaciones, empresas y profesionales de alto rango, que deciden y gestionan cómo se organiza la economía mundial.
Las ciudades globales se caracterizan por una alta concentración de sedes centrales de empresas multinacionales, de instituciones internacionales y por la existencia de servicios muy especializados (en banca, finanzas, seguros, servicios avanzados…). Todo ello queda reflejado en un espacio determinado y característico también de las ciudades más modernas: la zona de negocios, el central business district (CBD).

El corazón de la ciudad global: el central business district

Los llamados “artefactos de la globalización” (De Mattos, 1999) son aquellos elementos del paisaje urbano que dotan a una ciudad de un estatus alto. Una ciudad global requiere infraestructuras avanzadas y de alto rango. Centros empresariales, edificios emblemáticos de grandes empresas, espacios para exposiciones y congresos internacionales, centros comerciales como malls, hoteles de lujo, grandes aeropuertos, espacios residenciales protegidos (condominios cerrados), apartamentos de lujo, rascacielos… Todos estos componentes hacen que una ciudad adquiera un estatus de alto nivel, por ello todas las ciudades globales recogen este tipo de elementos para configurar su paisaje urbano.
De entre todos estos “artefactos de la globalización” de los que hablaba De Mattos, el que mejor simboliza la integración de las ciudades en el espacio de los flujos económicos globales es sin duda alguna el central business district (CBD), el centro de negocios. Como hemos señalado, es indispensable acoger a las sedes centrales de las grandes multinacionales para ser considerada una ciudad global, y no hay mejor lugar para colocar una sede de una gran empresa que en un moderno rascacielos.
Los CBD se diferencian del resto de la ciudad a primera vista. Basta con echar un vistazo al skyline de una ciudad para diferenciar el centro de negocios. Es sencillo localizarlo en el caso de París, si uno sube a lo alto de la Torre Eiffel. Lo primero que le sorprenderá será el relieve de los rascacielos de La Défense. También es destacado el complejo del MIBC (Moscow International Business Center), en la capital rusa. Otros CBD importantes son Canary Wharf en Londres, Lower Manhattan en Nueva York, o las Cuatro Torres Business Area (CTBA) en Madrid.
El business district no sólo concentra oficinas, sino que incluye igualmente malls (centros comerciales) de lujo, instalaciones de ocio relacionadas con el deporte (piscinas, pistas de tenis…) o incluso salas de espectáculos y de cine, así como cada vez más hoteles y palacios de congresos y de exposiciones.

El escaparate de las ciudades globales: los rascacielos

Una característica común de las ciudades globales es la presencia de edificios altos. La mayoría de estas ciudades son grandes metrópolis con varios millones de habitantes. Una forma de aprovechar el espacio y de hacer más eficiente el trabajo de las personas es agrupar a éstas en altos rascacielos.
Si bien es cierto que el objetivo inicial y predominante de los rascacielos es albergar funciones empresariales (oficinas, sedes de empresas…), también encontramos algunos rascacielos residenciales, como el Q1 Tower de la ciudad australiana de Gold Coast o la Eureka Tower de Melbourne. El rascacielos residencial más alto del mundo, sin embargo, se encuentra en Dubai: es el edificio Princess Tower, de 414 metros de altura.
También encontramos rascacielos cuya principal función es la hostelería. En este sentido debemos destacar el faraónico proyecto de las Torres Abraj al Bait, en la ciudad de La Meca (Arabia Saudita), finalizado en el año 2012. Algunas fuentes lo consideran el edificio más grande del mundo por volumen de tamaño. Este enorme complejo financiado con el dinero del petróleo se ha convertido en el mejor escaparate de la ciudad de La Meca, así como en el nuevo icono de Arabia.





Pero, como decíamos, la mayoría de los rascacielos han sido construidos para albergar funciones empresariales. La razón por la que las empresas tienden a agruparse en estos edificios es que la concentración de personas y servicios en un área reducida permite una mayor eficiencia económica.
Es por eso por lo que los rascacielos suelen relacionarse directamente con los CBD. Lo más normal en las ciudades globales actuales es encontrar un centro financiero y de negocios compuesto principalmente por altos y modernos rascacielos. Pueden servir de ejemplo el barrio de La Défense en París, Canary Wharf en Londres o Central Area en Singapur.
En ocasiones los rascacielos traspasan los límites del CBD y se distribuyen por la ciudad formando nuevos centros de negocios, que pueden acabar uniéndose en un gran área, siendo imposible diferenciar los límites de los barrios de negocios, como ocurre en la zona sur de la isla de Manhattan, en Nueva York.

rankinggrascacielos
En el ránking de los 20 rascacielos más altos del mundo encontramos que 16 de ellos se encuentran en el continente asiático. De estos 16, más de la mitad están en ciudades chinas (9). Destaca también la zona del Golfo Pérsico, donde el beneficio de la exportación petrolera ha disparado las ansias de los jeques árabes por demostrar al mundo su poder económico. En países como Arabia Saudita, Kuwait, Qatar o los Emiratos Árabes ha comenzado una locura por los rascacielos modernos. El más famoso de todos, el Burj Khalifa, es el edificio más alto construido por el hombre.
INTERESANTE: Mapa interactivo de las ciudades con más rascacielos (skyscraperpage.com)
El anterior enlace pone de manifiesto lo que ya adelanta el ránking de rascacielos más altos: el cambio en el orden económico mundial se evidencia también en la construcción de estos edificios que, como símbolos, se elevan en el cielo de las nuevas ciudades globales, que liderarán la economía mundial en un futuro no muy lejano.
La ciudad con más rascacielos es Hong-Kong, uno de los principales centros financieros y de negocios del Este de Asia y del mundo. Otras ciudades que rascan el cielo son Shanghai, Bangkok, Shenzhen, Cantón, Dubai, Guangzhou o Kuala-Lumpur. Queda confirmado: a mayor número de rascacielos, mayor poder económico y mayor importancia a nivel global.

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