Conseguir demostrar la historicidad de La Ilíada le costó al famoso Heinrich Schliemann sangre, sudor y lágrimas. El prusiano, un millonario metido a arqueólogo aficionado igual que ahora patrocinan equipos de fútbol o viajes al espacio, se afanó en localizar la ciudad de Troya, escenario de la épica guerra descrita por Homero, y finalmente lo consiguió a despecho de todos aquellos que miraban con cierta sorna su empeño en guiarse por el relato literario, al que no daban ninguna credibilidad.
Solucionado el asunto en el último cuarto del siglo XIX, los ojos se han vuelto recientemente hacia la otra obra maestra homérica, La Odisea. Se trata de un gran poema épico, compuesto por veinticuatro cantos narrados en hexámetros (seis pies a base de dáctilos y espondeos), cuyo argumento viene indicado por el propio título: las extraordinarias aventuras que vive uno de los héroes griegos de la guerra de Troya, el astuto Odiseo (más conocido por su nombre latino, Ulises), durante el viaje de regreso a su hogar en la isla de Ítaca.
La narración de los avatares que sufre en ese larguísimo trayecto (diez años, más otros tantos que había durado el conflicto) constituyen una de las cimas de la literatura universal y casi se puede considerar la base del género fantástico; no en vano, el protagonista se va cruzando con cíclopes, sirenas, dioses caprichosos, ninfas y multitud de situaciones plenas de imaginación y encanto. Ahora bien, La Odisea también tiene sus misterios, desde la confirmación de la identidad del autor a la fecha exacta en que se escribió.
Esta última cuestión podría quedar definitivamente solventada si se demostrase la teoría propuesta por Constantino Baikouzis (Observatorio Astronómico de la Plata, Argentina) y Marcelo Magnasco (Universidad Rockefeller de Nueva York), según la cual el eclipse descrito en el vigésimo canto sólo podría tener una correspondencia real en el eclipse total de sol que se pudo contemplar en la antigua Grecia, según ellos el 16 de abril de 1178 a.C.
Aunque la teoría no es nueva y, de hecho, ya estaba formulada desde hacía siglos, fue en 1920 cuando los astrónomos alcanzaron capacidad suficiente para fijar con exactitud la fecha del fenómeno. Evidentemente, no se tomó demasiado en serio y se siguió pensando que la alusión de La Odisea no era más que una metáfora o un recurso literario. Pero la idea de que el eclipse pudiera tener la clave para la datación de la obra no se abandonó del todo; siempre estuvo ahí, latente.
Ahora, unos científicos de las universidad de Atenas y Patras vuelven a la carga y recuperan la validez del estudio de los fenómenos astronómicos. “Creemos que esa historia se desarrolla en torno a algunos hechos reales” explica la astrofísica Panagiota Preka-Papadima, directora del equipo de investigación. “Ulises llegó a ítaca un 25 de octubre de 1207 a.C. Cinco días más tarde, un eclipse solar del 75% se pudo percibir en todo el Mar Jónico. Ahí es cuando Ulises mató a los pretendientes”.
Panagiota continúa su exposición: “Sabemos por los mapas astronómicos proporcionados por la NASA que entre el 1300 a.C. y el 1100 a.C, cuando se fechán las epopeyas homéricas, tuvieron lugar catorce eclipses solares. Sólo cinco eran visibles desde el Jónico. dos de ellos eran sólo de un 2%, por lo que probablemente pasaron desapercibidos, mientras que un tercero se produjo al atardecer. El cuarto fue el 1143 a., una fecha próxima a la decadencia de la civilización micénica. Sin embargo, hubo otro eclipse medio siglo antes, el 30 de octubre de 1207 a.C, entre las 14:30 y las 17:30”.
Sería éste el que coincidiera plenamente con la descripción de La Odisea, justo cuando el vidente Teoclímeno predice la muerte de los pretendientes de Penélope terminando con una frase significativa: “El sol se ha borrado del cielo -miradlo- y una niebla mortal se propaga por toda la Tierra”. Panagiota está convencida de tener razón: “La fecha del eclipse, 30 de octubre de 1207 a. C, está totalmente de acuerdo con las descripciones homéricas de la vida rural en otoño y la matanza a media tarde de los pretendientes”.
De hecho, en la antigüedad se consideraba a los eclipses como símbolos proféticos. Una masacre de notables como aquélla profetizada con fenómeno y todo tuvo que ser algo memorable, suponiendo que hubiera base histórica. En cualquier caso, habría que leer todo el estudio griego, que lleva por título Anatomía de un complejo fenómeno astronómico descrito en La Odisea y puede consultarse on line en el enlace de abajo.
Más información: Maajournal
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