El 21 de abril de 1513 el viento soplaba a su favor, pero una fuerza desconocida impedía el avance de las naves de Ponce de León frente a las costas de Florida. Se acababa de descubrir la corriente del Golfo, una corriente oceánica que ha marcado desde entonces la navegación entre América y Europa. Benjamin Franklin la cartografió por primera vez en 1770 y hoy un ejército de científicos, con sus boyas y satélites, vigila que el calentamiento global no apague este termostato climático del Atlántico norte.
Hacía unos días que la expedición de Juan Ponce de León había descubierto Florida, el 27 de marzo del año 1513, día de Pascua Florida. A la semana siguiente tomaron posesión de aquellas tierras para la corona de Castilla, y después, las tres naves que integraban la expedición se dirigieron hacia el sur, hasta fondear el 20 de abril en una costa con cabañas de indios.
"El día siguiente, yendo por el borde de la mar los tres navíos, vieron una corriente que, aunque tenían viento largo, no podían andar adelante, sino atrás; y al fin se conoció que era tanta la corriente, que podía más que el viento. Los dos navíos que se hallaban más cerca de tierra fondearon, pero era tan grande la corriente, que hacía rehilar los cables [del ancla]".
Así narra el cronista Antonio de Herrera en su Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano --publicada en 1601 y conocida como las Décadas-- lo que se considera la primera evidencia escrita de la corriente del Golfo.
En la misma obra también se cuenta que el 8 de mayo, tras un altercado con los indios, los barcos de Juan Ponce "doblaron el cabo de Florida, que llamaron cabo de corrientes, porque allí corre tanto el agua, que tiene más fuerza que el viento, y no deja ir los navíos adelante, aunque den todas las velas".
Publicado en Youtube el 22/04/2013
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