Autor de clásicos de la ciencia ficción como "Ubik"
o "¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas?" que se adaptó al cine como
"Blade Runner", se ha convertido en el autor fetiche de
Hollywood.
Por más que no hayamos leído una sola página de la obra
de Philip K. Dick es muy probable que conozcamos su mundo. No solo porque, poco a poco, el mundo que habitamos se parece cada vez más al de sus libros. Sobre todo porque,
póstumamente, Dick se ha convertido en uno de los autores predilectos de
Hollywood. Blade Runner, Minority Report, A Scanner Darkly (Una mirada en la oscuridad),
Total Recall (Desafío Total),, Screamers (Asesinos cibernéticos), Paycheck,
Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Olvídate de mí) y The Adjustment Bureau (Destino Oculto) son
algunas de las películas adaptadas de obras de Dick, quien solo pudo ver la citada
Blade Runner de Ridley Scott.
Philip K. Dick (1928-1982) es uno de los escritores de
ciencia ficción más importantes del Siglo XX. Para quien no lo haya leído y que tenga prejuicios sobre la ciencia ficción como género literario, vamos a buscarle a Dick un hermano espiritual dentro de la Gran Literatura con quien emparentarle. Philip K. Dick pude ser algo así como el Franz Kafka de la literartura norteamericana. Dick, como Kafka, sólo fue reconocido tras su muerte. Además ambos intentaron captar el latido secreto de su mundo y anticiparon las tendencias totalitarias que se cernían sobre su continente. Tanto el uno como el otro, escribieron sobre
la profunda realidad subterránea de un tiempo que estaba por llegar, que estaba en período de
incubación. Como los animales, que saben del terremoto antes que ocurra, tanto Dick,
como Kafka, se adelantaron a lo que venía. Sus historias fueron interpretadas de forma alegórica, como fantasías imaginarias y paranoicas hasta que se volvieron terriblemente proféticas. Por ello, y por mil motivos más, Dick es un autor enormemente recomendable. Al leerlo, nuestra forma de
ver nuestro mundo actual cambia. Hasta podríamos decir que sin leer a Philip K.
Dick no se puede comprender bien el mundo en el cual vivimos.
De todos modos, si hay que buscarle referencias, quizás sería más acertado proponer el imaginarioo de
Dick como fruto del maridaje entre el futurismo tecnológico de Julio Verne y la
visión totalitaria y angustiosa de las sociedades venideras de estirpe
orwelliana.
Philip K. Dick fue un autor prolífico. Publicó más de
40 novelas y más de 120 cuentos. Además, dejó una obra secreta: sus diarios
personales autodenominados Exégesis, que abarcan más de 8.000 páginas.
Al principio de su carrera Dick no pretendía otra cosa que ser un
escritor al uso. A pesar de los progresivos reconocimientos que recibieron sus obras, siempre evitó la etiqueta de la ciencia ficción. En todo momento desde que empezó a escribir hasta su temprana muerte en 1982, con 53 años, la ciencia ficción se mantuvo como un
gueto despreciado por la crítica literaria convencional. Hoy en día, la situación afortunadamente ha cambiado algo.
Las historias de Dick están repletas de cyborgs, de
corporaciones omnipotentes y monopólicas que manejan tecnologías como el
control de la memoria, del tiempo y de las voluntades humanas. Ambientados en paisajes
pos-apocalípticos y distópicos, con gobiernos omnipotentes y autoritarios, sus
personajes viven en el límite de la
alucinación, de la adicción, de la paranoia, de las visiones místicas,
atormentados por la inseguridad, la duda y la incertidumbre. Mundos paralelos,
ilusorios, virtuales, pero tan reales como la vida misma. Pero sobre estos
escenarios visionarios y tras estos planteamientos clásicos de la ciencia
ficción, en la literatura de Dick laten las preguntas esenciales que están en
el núcleo mismo del saber humano, de la filosofía: ¿Qué es el ser humano? ¿Qué
es la realidad? ¿Cuál es la naturaleza del Universo?
Para el escritor Jonathan Lethem, la ciencia ficción de
Dick está un nivel por encima de sus contemporáneos: “Ellos estaban escribiendo
sencillas fábulas, por más que no quieran admitirlo. Pero Dick se ocupó de
manera distintiva y directa de la resaca de terror y lo irracional en la
sociedad contemporánea tecnológica. Este fue el motivo por el cual la ciencia
ficción empezó a ser importante. Porque se enfrentaba con el hecho de que
estamos viviendo en una era tecnocrática en la cual las artes tradicionales,
literarias y demás, no tenían mucho que decir sobre esto, no encontraban un
vocabulario para reconocer la velocidad de cambio en la vida cotidiana.”
La vida de Dick fue caótica, intensa y triste. Su padre
abandonó a la familia cuando era chico. Vivió toda su vida en diferentes
ciudades de California. Fue adicto a las anfetaminas; lo ayudaban en su
frenético ritmo de escritura pero le dejaron secuelas que, al fin, resultaron mortales.
Tuvo cinco esposas y tres hijos, a ninguno de los cuales trató bien. No
participó en su crianza ni los ayudó económicamente. Hasta llegó a golpear a
una de sus esposas. Era profundamente paranoico y con motivos. En un evento
nunca explicado su casa fue robada, y destruida, pero solamente fueron
extraídos sus papeles personales. Vivía de escribir pero siempre le faltaba
dinero. Sentía que como escritor nunca había sido valorado como se merecía.
Dentro de toda esta cotidianidad hay dos eventos fundamentales
en la vida de Philip K. Dick alrededor de los cuales él mismo, obsesiva y
torturadamente, configuró su psique. El primer evento fue la muerte de su
hermana melliza, en los primeros meses de su vida, o sea en enero de 1929. Dick
nació en Chicago, el 16 de diciembre de 1928. El segundo evento fue un delirio
místico —o psicótico— en los meses de febrero y marzo de 1974, cuando tenía 46
años.
Tal vez no sea incorrecto afirmar que Dick no se caracteriza por ser muy buen
escritor y que ha sido pésimamente traducido en otras. En todo caso, Dick mismo nos despeja esta duda en sus diarios
íntimos:
“Soy un filósofo que
ficcionaliza (sic), no un novelista; mi habilidad de escribir cuentos y novelas
es utilizada con el fin de dar forma a mis percepciones. El centro de mi
escritura no es el arte sino la verdad. Por lo tanto lo que yo cuento es la
verdad, y sin embargo no hay nada que pueda hacer para aliviarla ni por hechos
o explicaciones. De todas maneras esto suele darle ayuda a un tipo de persona
sensible y atormentada por el cual hablo. Creo que entiendo el ingrediente en
común en ellos a quienes mi escritura les ayuda: ellos no pueden atenuar sus
propias sospechas sobre la irracional y misteriosa naturaleza de la realidad. Y
para ellos el corpus de mi escritura es un largo argumento acerca de esta
inexplicable realidad. Es una integración y representación y análisis y respuesta
y historia personal.”
Philip K. Dick se planteó ilustrar un porvenir aparentemente
inimaginable en su tiempo y acertó a desvelar la mismísima raíz del espíritu de
nuestros tiempos. Quizá su talento literario no era muy notorio, pero su vigor
narrativo y la fuerza de sus premoniciones iluminan las tinieblas de nuestro
presente con dolorosa certeza. Vislumbró el lado oscuro de internet, de las
redes sociales, de la realidad virtual, de la farmapsicologia, de la Guerra sin
límites contra el Terrorismo, contra las drogas y nos dibujó un paisaje
desolador que el cine ha ilustrado quizá con mayor acierto y pulso narrativo en la
mayoría de las ocasiones, superando las limitaciones literarias de las
poderosas historias de Philip K. Dick.
No me resisto a proponeros que disfrutéis del Tema de
amor compuesto por Vangelis para la banda sonora original de Blade Runner
(1982). Esta banda sonora se encuentra entre las obras más conocidas de
Vangelis junto con las partituras originales para las películas Carros de fuego
(ganadora del Oscar a la mejor banda sonora en 1981) y 1492: La conquista del
paraíso (1992).
Su música se caracterizaba por el uso de sintetizadores
y ocasionalmente instrumentos acústicos para crear atmósferas de sonido
envolvente, en un tono generalmente grandioso y solemne. No es sencillo
enmarcar su música dentro de un género en concreto, aunque es habitual que se
le incluya entre las filas de las llamadas Nuevas Músicas, o de forma más
amplia como músico clásico contemporáneo. En cualquier caso, la diversidad y
complejidad de la obra contenida en su discografía hace difícil su catalogación
como artista puramente New Age, ya que incluso es considerado uno de los
pioneros de la vanguardia de la música electrónica de los años 1970.
Desafío total ; Total
Recall; 1990 ; 109 min. (Paul Verhoeven).
Con su reciente versión 2012;
121 min. (Len Wiseman)
Minority Report ; 2002; 144 min. (Steven Spielberg)
Asesinos cibernéticos; Screamers;
1995; 107 min. (Christian
Duguay)
Paycheck;
2003; 114 min. (John Woo)
A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) 2006;
100 min. (Richard Linklater)
¡Olvídate de mí! ; Eternal Sunshine of the
Spotless Mind (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) ; 2004; 108 min. (Michel Gondry)
Os traigo el tema principal de la banda sonora que contiene
esta versión del tema clásico del pop: Everybody's gotta learn sometimes, interpretado
por Beck, aunque personalmente prefiero el original de The Korgis.
Destino
oculto: The Adjustment Bureau; 2011; 107 min.(George Nolfi)
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