Escuela de pueblo en 1848 de Albert Anker (1896)

Escuela de pueblo en 1848 de Albert Anker (1896)
Escuela de pueblo en 1848 de Albert Anker (1896)

viernes, 30 de noviembre de 2012

Clásica. Aram Khachaturian. Vals de la suite Masquerade.

Cómo no te puede gustar la música: Clásica.


Vals de la suite Masquerade. Aram Khachaturian.

              Venga, no me digáis que no os gusta esta música. ¿Existe algo mejor para despertar del sopor de un domingo de invierno? La música, maravillosamente bella, es un vals en tono menor y con fuertes connotaciones pesimistas. Escuchad esta música y decidme si no os sentís inquietos…
              La composición de esta pieza data de 1941, aunque la versión definitiva no vio la luz hasta 1944. Disfrutad de este famoso Vals que abre la suite orquestal Masquerade, creada como música incidental para la obra del escritor ruso Mikhail Lermontov, en la que se ponía a caldo a la aristocracia de San Petersburgo de comienzos del XIX. Otro poeta víctima, esta vez, de la fiebre romántica que, al igual que su idolatrado Pushkin, murió en un duelo a la edad de 26 años. Cerrad los ojos y dejaos llevar por el esplendor de la decadente corte zarista. Espectacular.
              Un secreto para cinéfilos: os imagináis cómo podía sonar su música en el frío y vacío espacio sideral de 2001, una odisea del espacio de Stanley Kubrick.
              La versión es la de la Moscow Chamber Orchestra, dirigida por Constantine Orbelian, del album "Vodka and Caviar" (Delos Music DE 3288). El vídeo del enlace no  hace ninguna referencia en torno a los intérpretes.

CURIOSIDADES HISTÓRICAS
              Podemos contemplar a Kachaturian como colaborador del estalinismo, como su víctima o  como simple superviviente. Vosotros decidís.
              Aram Khachaturian, pese a nacer en 1903 en Tiflis, siempre se consideró un compositor armenio. En 1929 ingresa en el conservatorio de Moscú y tres años más tarde se une al Sindicato de Compositores. En 1930 se casó con la compositora y compañera de estudios, Nina Makarova. Pero Khachaturian era de naturaleza generosa y optimista.
               Durante la década del terror estalinista en los años treinta, no sólo se mantuvo con un  cargo en el sindicato anteriormente mencionado, sino que Khachaturian tuvo la noble y digna virtud de criticar y rechazar a muchos de sus colegas compositores, hasta el punto de ser incluso condecorado con la Orden de Lenin en 1939. Lo que deja entrever la habilidad que siempre tuvo para manejarse en su relación con el comisariado soviético de asuntos artísticos.
              Andrei Zhdanov, consuegro de Stalin, fue una de las más controvertidas figuras de la llamada “regeneración musical soviética” que tuvo lugar el 10 de febrero de 1948 mediante la publicación del llamado Decreto Zhdanov, un infumable panfleto que pretendía otorgar absoluta prioridad a la llamada “veraz corriente del realismo socialista” frente a los presuntos “valores burgueses y reaccionarios” que al parecer se estaban dando en el proceso creativo de numerosos artistas soviéticos.
              Inicialmente, el decreto fue una furibunda crítica hacia la ópera La gran amistad del compositor georgiano Vano Muradeli aunque, de manera harto delirante, tuvo sus repercusiones colaterales hacia figuras contrastadas del arte soviético, especialmente de músicos como Shostakovich, Prokofiev o Aram Khachaturian.
              El asunto llegó mucho más lejos de lo inicialmente esperado y el propio congreso de abril de la Unión de Compositores Soviéticos conminó al “público arrepentimiento” de numerosos artistas, estigmatizados por la figura de un mediocre Zhdanov incapaz de asimilar su poca solvencia no ya como músico, sino como hombre dotado de escasa sensibilidad creativa. Por fortuna, este impresentable falleció en 1948 y sus teorías fueron borradas del mapa ideológico soviético diez años más tarde, en pleno proceso de justa y esperada desestalinización. El resultado posterior fue una explosión creativa del arte soviético, tanto abstracto como figurativo, floreciendo estilos antes mal vistos o perseguidos.
              Por tanto, en aquella URSS de conflictos y encubiertas envidias nadie estaba a salvo, y el propio Khachaturian, luego de fortalecer su nombre como músico merced a obras como el Concierto para violín o el ballet Gayaneh, fue denunciado por formalista, junto a otros compositores, por el ya referido e infausto Decreto Zhdanov de 1948.
              Tras la rehabilitación, Khachaturian escribió obras notables, como el ballet Spartacus, y llegó incluso a ser condecorado como Héroe del Trabajo Socialista por las autoridades del Kremlin en 1973. Cinco años después, el 1 de mayo de 1978, falleció en Moscú
              Khachaturian ha sido el primer compositor armenio en alcanzar fama internacional y de hecho el himno nacional armenio lleva su firma. Dotado de un prodigioso sentido melódico, Khachaturian bebió de las fuentes populares armenias a la hora de componer su música, muy caracterizada por los frecuentes ostinati, con acordes de cuarta y quinta que se inspiran en la apertura del saz armenio, y la elevada improvisación de sus desarrollos melódicos a la manera de una inacabable rapsodia. Su aportación al ballet, en la tradición de Rimski-Korsakov y Stravinski, es fundamental para el estudio de la música rusa. En definitiva, un gran compositor que justamente se revaloriza día a día.


Jazz. Miles Davis Human Nature. Time After Time


Cómo no te  puede gustar la música: Jazz
Jazz.
Los 80 en estado puro. Miles Davis

Human Nature



              Pertenecen al album You’re Under Arrest uno de los álbumes clave de la discografía de Miles Davis. Puede que no sea de los más afortunados de su segunda etapa musical, la iniciada a principios de los 80, pero incluye momentos notablemente interesantes y, en conjunto, merece la pena.
              Es una de las obras más recordadas y populares, aunque no exactamente por motivos artísticos. Su importancia reside en la presencia de hasta tres versiones de piezas de éxito en la esfera pop: Human Nature, cantada por Michael Jackson; Something’s On Your Mind, interpretada por D Train para su álbum de 1984; y Time After Time, uno de los dos éxitos del debut de Cindy Lauper que suenan en She’s So Unusual (Sony Music, 1984).
              Con la perspectiva del tiempo la decisión de hacer versiones de artistas pop no resulta tan llamativa, pero que Miles Davis, el más destacado jazzman del siglo XX, se fijase en dos de los temas de mayor éxito de su momento, no deja de ser digno de mención.

              No sé si fue fruto de un detenido estudio, de una comprensible intención de resultar más comercial o, sencillamente, producto de esas prodigiosas intuiciones que tienen los grandes artistas, pero Miles Davis acertó con esas versiones. Indudablemente, Human Nature es la elección estrella del repertorio, pero desde el punto de vista artístico resultan más interesantes Something’s On Your Mind y, sobre todo, mi preferida Time After Time. ¿Quién iba a pensar que iba a grabar una balada tan atractiva a partir de un hit pop tan inofensivo? El original es una buena composición, pero es que la melodía funciona sorprendentemente bien convertida en una balada jazzística. Definitivamente, un gran acierto.
              No obstante, las versiones son sólo una parte de You’re Under Arrest. Miles Davis era gran intérprete, así que sus solos, junto con los de los dos guitarristas, John McLaughlin y John Scofield son dignos de ser escuchados atentamente. Todos estuvieron mejor en otras sesiones de grabación, pero aún así un oyente atento sacará provecho de las interpretaciones aquí desarrolladas. Finalmente, es curioso el uso de los sintetizadores en estas piezas de  jazz que le dan un aire muy fresco y moderno. Otra curiosidad se puede encontrar en el disco a Sting en la voz de un policía francés.

Time After Time



Miles Davis.
YOU’RE UNDER ARREST.
Columbia Records/ Sony Music.
Edición: 1985.
Estilo: Fusión; Jazz-Rock.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Clásica. Rachmaninov. Tercer Movimiento de la Segunda Sinfonía

Cómo no te puede gustar la música: Clásica

Para empezar un caramelito. Una sinfonía de lo más romántico.
Protagonista: el clarinete
              El movimiento que os propongo escuchar es uno de los más famosos no solo de la sinfonía y de este compositor ruso sino de toda la música clásica.  Pertenece al  Tercer Movimiento de la Segunda Sinfonía de Rachmaninov interpretado por la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Gennadi Rozhdestvensky. Aunque por la  época en que se creó no se podría clasificar como romántica, la obra no puede serlo más.
              Lo más característico de esta sinfonía se halla presente, sobre todo en el movimiento lento, el  Adagio ma non troppo. Su persistente espíritu melancólico, su musicalidad y el romanticismo de ha hecho que esta obra hace que sea del agrado de todos los públicos. El tema tan peculiar presentado por el clarinete no puede ser más arrebatador.
              Su aceptación por la crítica no ha resultado tan unánime. Ciertos sectores de la crítica especializada la rechazan por el uso de un lenguaje musical anticuado y trasnochado para la época que se compuso y por la excesiva carga emotiva de su música. Podríamos decir que sería una pieza postromántica algo "fuera de lugar" en pleno siglo XX.
              Sergei Rachmaninov  fue un compositor ruso nacido en Semyonovo, Rusia, en 1873, de donde se marchó para siempre en 1917 con toda su familia cuando estalló la revolución rusa. Nunca más volvió porque no tuvo oportunidad, y siempre sintió nostalgia de su tierra. Murió en Beverly Hills, California, en 1943. Tuvo una buena vida: fue un auténtico virtuoso del piano y dio recitales por toda Europa y Estados Unidos, siendo muy reconocido como compositor e incluso director de orquesta, aunque siempre dedicó lo mejor de sí mismo al piano.
              Como compositor puede enclavarse dentro de los compositores del último romanticismo ruso. Fue consiguiendo un estilo personal aunque en el que se reflejan influencias de Tchaikovsky, Rimsky-Korsakov y otros. Llevó paralelamente y casi con igual éxito las tres carreras musicales: compositor, director y pianista.
              Rachmaninov compuso su Segunda Sinfonía entre 1906 y 1907 y fue estrenada en 1908. En ella, Rachmaninov desarrolla una compleja estructura a gran escala, con unos temas ampliamente desarrollados.
              La Segunda Sinfonía de Rachmaninov, es una pieza un tanto maldita entre los pianistas y directores, por lo que no abundan sus grabaciones, debido tanto a su gran  duración -una hora de reloj- como al carácter tan excesivamente lírico de sus cuatro extensos movimientos que poseen el riesgo de incurrir en el empalago en cuanto te descuides. No obstante no se puede negar su enorme capacidad para  conmover y sugestionar.
              Su personalísimo estilo es romántico de pura extracción rusa, una música densa pero a la vez transparente, sincera, natural e incluso espontánea; contenida por momentos y desbordante al mismo tiempo. Rachmaninov siempre intentó con su música exteriorizar su nostalgia y amor a su tierra natal: nunca pudo volver a Rusia, pero jamás dejó de ser un auténtico ruso.



Para curiosos…
Orquestación
              La sinfonía está orquestada para orquesta al completo con tres flautas (la tercera tocando también el flautín), tres oboes (el tercero tocando también el corno inglés), dos clarinetes en la y si, clarinete bajo en la y si, dos fagotes, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, caja orquestal, bombo, platillos, glockenspiel y cuerdas.
Movimientos
Toda la sinfonía consta de cuatro movimientos:
  1. Largo - Allegro moderato (mi menor)
  2. Allegro molto (la menor)
  3. Adagio (la mayor)
  4. Allegro vivace (mi mayor)
              La sinfonía consiste en una secuencia dramática que se identifica con la tradición sinfónica rusa. La tradición, establecida por los predecesores románticos rusos de Rachmáninov, pone énfasis en un motivo y un incesante y hermoso flujo de melodía, por ejemplo la Sinfonía n.º 5 de Chaikovski y, posteriormente, la Sinfonía n.º 2 de Balakirev y la Sinfonía n.º 5 de Prokófiev.
El adagio
              El tema, relacionado con el motivo de la obra, es cantado por el primer violín en una melodía de estilo extremadamente romántico, haciendo eco un solo de clarinete y la sección de oboes. La sinfonía alcanza un clímax emocional en este movimiento, tras un interludio de pasajes a solo de corno inglés y violín seguidos por un ensueño de clarinete que es una reminiscencia del primer movimiento, más tarde desarrollando el lema de la obra; este desarrollo es considerado el complemente a la introducción del Largo. Al final del Adagio, el motivo se escucha en su forma original que de nuevo se enlaza con el primer movimiento; además esto es considerado el final apropiado a la introducción inicial del Largo.
              El tema de este movimiento fue usado por el cantante pop Eric Carmen en la canción de 1976 , "Never Gonna Fall in Love Again".

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Me pone una de cada? Arte británico de Holbein a Hockney


              Como en las pastelerías finas en esta muestra selecta de arte británico de los últimos 500 años nos podemos encontrar desde el bocadito delicioso hasta el ninguneado en la esquina de la bandeja y que no hay quien se atreva con él. Se trata de hacer de la necesidad, virtud. Ya que no podemos traer las grandes obras que se encuentran en los grandes museos y que, por tanto, resultan inaccesibles, magnificamos esas obras escondidas en colecciones privadas ajenas al ojo del gran público. Y ya que la muestra no puede ser suficientemente escogida lo encubrimos incorporando un repertorio completo de todos los autores posibles disimulando la falta de jerarquía artística con la imposición de un criterio literario. Lo que da como resultado una muestra desigual e irregular desde el punto de visto artístico pero con gran interés desde el punto de visto histórico, cultural y antropológico.

           Tan sólo con acudir a ver la exposición ya te encontrarás con la sensación de encontrarte en una autentica isla. La Fundación Juan March se encuentra situada fuera del gran continente cultural que se traza en torno al eje Prado-Recoletos desde el Reina Sofía, al Museo del Prado, el Thyssen, CaixaFórum y la Fundación Mapfre.
              No obstante, la exposición ha sido presentada como una propuesta que da a conocer la extraordinaria dimensión y la considerable vitalidad del arte británico entre los siglos XV y XX, cuyo título se hace eco de la novela del escritor británico Robert Louis Stevenson, al reflejar cómo la isla tiene un tesoro –su arte, su pintura y escultura- que, como casi todos los tesoros, está aún medio oculto y por descubrir.
La referencia literaria pretende ser una especie de guiño. La isla tiene un tesoro, se sabe que existe y a través de un plano, una referencia se comienza su búsqueda. Tal vez los organizadores, los comisarios, pretenden que cada uno de nosotros encuentre su tesoro. La idea que subyace en esta exposición es que cuánto más sepamos del arte británico (dónde está, qué lugar ocupa…) mayor conocimiento y, por lo tanto mayor valor tendrá.
La crónica del arte específicamente británico lo presenta como un lugar sorprendentemente universal: el faro y refugio de un considerable número de artistas extranjeros que hizo de Gran Bretaña su lugar de residencia y de trabajo. Ese lugar -Britain- al que ni siquiera llamamos por su nombre, prefiriendo circunloquios como Gran Bretaña, Reino Unido o Islas Británicas, es también otro de nuestros queridos y odiados vecinos del norte, tan diferente y tan parecido.
La perspectiva adoptada ha sido la de la búsqueda de los lugares geográficos singulares y mágicos; y, por tanto, la idea que subyace al proyecto ha sido preguntarse dónde estaba y dónde está, en lugar de perderse en disquisiciones sobre qué era qué es el arte británico. Entre otras razones, porque  a la vista de la propia muestra carece de identidad.
 Curiosamente, la muestra aunque pretende negarlo nos sitúa ante la evidencia de que el arte creado entre finales del XVI y la era Thatcher es fruto de eso que en política exterior se llamó el “espléndido aislamiento” de las islas en el contexto europeo. Como decía el noticiero inglés: “Niebla en el canal: el continente, aislado”. A Gran Bretaña se le puede disculpar el chovinismo por su sentido del humor y su gusto por el  sarcasmo. Swift y Sterne, Fielding y Dickens, Chestertony Waugh han conjurado con párrafos certeros la ansiedad de una tierra sin escapatoria.
La différence anglaise fue acuñada por el enemigo francés, altanero y sofisticado, a modo de reproche. Con independencia de los epítetos, el Reino Unido ha suscitado siempre la curiosidad de los continentales, ya fuera por la autoridad moral de sus postulados liberales, por su vanguardia tecnológica y su riqueza o por la supremacía naval y militar traducida en el ramillete de las colonias. Como dicen por Londres, “Si Dios hubiese querido que fuéramos parte del continente, evidentemente no habría abierto el Canal”.
Del mismo modo interrogativo en que Humphreys se pregunta: ¿Dónde estaba el arte británico), cabe que nos preguntemos  tras contemplar la muestra qué es lo que lo define, y si no sería mejor dejarnos llevar por la célebre frase cargada de veneno de Godard:  “Podríamos hablar del cine inglés posterior a la II Guerra Mundial si tal cosa existiera”.
Por tanto, si se pretende reivindicar al arte británico, no se puede conseguir por medio de trazar paralelismos con la evolución en el continente. El tópico del añejo tradicionalismo insular frente a la frescura de la modernidad continental no logra ahuyentarse del todo tras esta visita. Busquémoslo, pues, en las esencias de ese arte: la enorme influencia de la literatura, el gusto por el retrato _toda una obligación cuando la reforma prohibió la imaginería religiosa_ y la presencia poderosa del territorio como identidad sublimada en esos paisajes entendidos como un motivo  único y trascendental.
Así que, tal como diría Jack the Ripper, vayamos por partes. Como comisario de la exposición, se ha contado con el conservador británico Richard Humphreys, quien se ve con la arrogancia de un pirata inglés en el intento de explicar en pocas palabras la historia del arte de su país. Una nación que se aupó sobre la destrucción de su pasado católico; arribada con la reina Victoria al imperialismo arrogante; deprimida en la decadencia de la Segunda Guerra Mundial y catapultada en un renacimiento postindustrial a partir de los Beatles y el pop de la cultura de las masas y la sociedad del espectáculo.
Asimismo, la muestra _ que reúne 180 piezas (pinturas, esculturas, obra sobre papel, libros, revistas y fotografías) realizadas por más de un centenar de artistas y procedentes de las más diversas instituciones europeas, principalmente británicas_  participa de esas pasiones, tan inglesas, por la miscelánea y las listas. Tiene ese aire de caprichosa acumulación de cachivaches y flemática divulgación histórica tan victoriana. El recorrido por las salas de la fundación, que esta vez abandonan ese aire de galería sofisticada del Barrio de Salamanca, para recordar más bien al atestado desván de una mansión familiar inglesa, invita a pensar que la sombra británica, tan alargada en campos como la literatura, la música pop o el mercado del arte contemporáneo, nunca llegó a deslumbrar; siglos de rivalidad y otros caprichos de las afinidades electivas desviaron la atención de reyes y coleccionistas en otras direcciones.
Por ello la muestra posee la virtud de intentar acercar al público español este arte británico, casi ausente de las colecciones de los grandes museos españoles, salvo piezas aisladas de Museos apartados de las grandes rutas culturales como el Museo Camón Aznar de Zaragoza, el Museo de Bellas Artes de Valencia, la Real Academia de San Fernando o el Museo Lázaro Galdeano o Cerralbo en Madrid. Prueba de ello es que entre los cerca de 80 colaboradores con el préstamo de las obras solo un reducido número son españoles. El resto proviene de museos y colecciones privadas estadounidenses, portuguesas, suizas, alemanas y, sobre todo, claro, británicas. Además, estas no se encuentran en los museos o instituciones más visitados, "sino que se da la oportunidad al público de contemplar piezas a las que es difícil acceder”.
La muestra se ha perfilado a modo de companion, dice Humphreys, ese género de libros tan prácticos (y tan anglosajones) que introducen al conocimiento y al disfrute de un aspecto concreto del saber. Se trataba de ensayar una suerte de 'A March Companion to British Art', eligiendo y reuniendo una serie de obras que guiaran y acompañaran al público en un recorrido visual con abundantes referencias literarias.
El conjunto, formado por piezas escasamente conocidas, obras esenciales y agradables sorpresas, es todo un testimonio del arduo proceso de búsqueda y captura de los fondos necesarios para armar el relato. “Había nombres que, sencillamente, no podían faltar”, explica en el catálogo el patrono de la Fundación sobre el trabajo de dos años, transcurridos desde que surgió la idea con motivo de la exposición en la fundación sobre la fascinante figura del artista, escritor y fabricante de manifiestos Wyndham Lewis.
Es una oportunidad única para aproximarse a la nómina completa de los artistas británicos casi sin que falte ninguno.  Si bien la selección se salta lo más sobresaliente, aunque lo muestre (TurnerMooreConstableBaconBlake Hamilton) con piezas muy menores, y se recrea con intensidad en dar cuenta de nombres y trabajos apenas conocidos, algunos de una gran calidad, inspiración  e interés y otros no.
Enfrentarse a esta selección autorizada del arte británico es una aventura accesible para todos los públicos. Se puede abarcar en una hora y no exige grandes esfuerzos mentales. Las imbricaciones entre estilos y épocas generan sugerencias agradables y reflexiones fértiles.
Si Stevenson dirige nuestra atención de su novela más famosa hacia la lectura de un mapa como objeto mágico, ese símbolo se encuentra omnipresente en la exposición a través de ese gran último despiece de Tony Cragg . Esta monumental pieza que cierra el recorrido en el sótano de la fundación: Gran Bretaña vista desde el norte (1981), es un mapa del tesoro trazado a partir de desechos que responde visualmente a la idea de la excepción artística de las islas.

Así, en mi particular búsqueda del tesoro británico pude descubrir alguna pieza magnífica y otras que han adquirido un nuevo valor como es el caso de las obras que se pueden encuadrar en el pop art británico. Os invito a acompañarme en un  paseo por una selección de obras en función de una mirada personal donde me voy a detener en las obras que despertaron mi curiosidad más por sus connotaciones historicistas que por su intrínseco interés artístico.


FUNDACIÓN JUAN MARCH
La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney
De 5 de octubre de 2012 a 20 de enero de 2013
Comisario: Richard Humphreys
Catálogo ilustrado, en dos ediciones, española e inglesa. Introducción al arte, la historia y la cultura visual de Gran Bretaña de Richard Humphreys, Tim Blanning y Kevin Jackson, que contiene una selección de textos de artistas, ensayistas, historiadores y literatos.
Actividades complementarias: Música y conferencias
Las secciones de la exposición se titulan:
·         Destrucción y Reforma (1520-1620),
·         La revolución y el Barroco (1620-1720),
·         Sociedad y sátira (1720-1800),
·         Paisajes de la mente (1760-1850),
·         Realismo y reacción (1850-1900),
·         Modernidad y tradición (1900-1940) y
·         Un mundo feliz (1945-1980).

viernes, 16 de noviembre de 2012

Toda la Historia en un videoclip

          Tras tratar el singular inicio de Argo donde se relata la historia reciente de Irán en tan sólo unos minutos no puedo evitar comentar la tendencia cada vez mayor a narrar la historia sin palabras, sólo con imágenes de breve duración como si fuera un videoclip musical.
Dos ejemplos particularmente brillantes circulan hoy en día por la red: la cabecera de la muy recomendable serie norteamericana The Big Bang Theory y un videoclip denorminado Our story in two minutes.
The Big Bang Theory  (Big Bang en España) es una serie de televisión estadounidense estrenada el 24 de septiembre de 2007 por la cadena CBS.
La banda Barenaked Ladies canta la canción introductoria de cada capítulo, llamada "History of Everything" la cual relata desde el origen del universo hasta la actualidad intercalando algunos hitos de la historia humana.



En octubre de 2007 Barenaked Ladies hizo la versión completa (1 minuto 45 segundos) de la canción usando una mano dibujando en vez de las imágenes de la cabecera de la serie



Es una obra reciente de unos alumnos en un instituto norteamericano para divertirse y pasar el rato trabajando con programas de recreación de vídeo digital. Es evidente que este  nuevo proyecto realizado para vídeo por la productora "Cutaway Productions" se basa en uno anterior que luego comentamos. Es también muy bueno, pero el mensaje no es el mismo. Está hecho en clave americana, mucho más etnocentrista ya que apenas aparecen imágenes sociedades asiáticas o sudamericanas ni en la antigüedad ni en el pasado reciente.
Las imágenes seleccionadas dan una visión basada en la idea de progreso, especialmente tecnológico.Sólo existen logros y conquistas, no existen apenas conflictos y sufrimiento antes del siglo XX.  Culmina en una visión catastrofista de la Historia donde da la impresión que las catástrofes casi son naturales  y no son consecuencias del tipo de desarrollo de las sociedades humanas.
 El acierto más interesante del vídeo estriba en el modo que nos hace sentir tan vivamente la aceleración del tiempo en la Historia y la tensión. La idea de unir Historia planetaria e Historia de la Humanidad en un solo desarrollo pretende sugerir la idea final de identidad y crisis planetaria global y nos conduce a reflexionar sobre la responsabilidad de la humanidad en el destino del planeta.


La idea original proviene de la cabecera de la película Requiem por la Humanidad creada en 1970 por Marios Lefteriotis donde se introduce por primera vez en la historia un modo nuevo y vanguardista de contar la historia. Fue montada y remontada, cientos de veces, con pegamento a mano, sin ordenadores, sin vídeos digitales, sin ninguna elaboración digital. 
Por primera vez se presentó la Historia completa de la Humanidad con rápidos cambios de imágenes al ritmo de una música de fondo. Se realizó en 1970 ( en los tiempos de la Guerra de Vietnam, el asesinato de Kennedy, la llegada del hombre a la Luna…) tuvo algunos premios internacionales y sin embargo, fue censurada por la dictadura griega en 1972. Más tarde, se pasó por cines y televisiones de todo el mundo donde se fue convirtiendo en una cinta de culto para realizadores y para el público en general. 
Todavía hoy en día, pasados 42 años, mantiene su originalidad y su sentido, incluso más.

"REQUIEM FOR HUMANITY", (initial title : Elegeion i rekviem) created by Marios Lefteriotis in 1970 on Super 8 film. 

No obstante, como siempre en estos casos, también hay secuelas no tan buenas. Estos vídeos han generado la moda de videoclips en youtube: The World In Two Minutes. Los tenéis de España, Argentina, Italia, Turquía, EE.UU.,… Sin comentarios.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Argo

 ARGO: Una Historia de Cine Argojonante
Los hechos históricos
Argo documenta un episodio desconocido durante décadas que transcurre en la crisis de la toma de rehenes estadounidenses en Irán. El 4 de noviembre de 1979, cuando la revolución iraní alcanzaba su punto crítico, algunos militantes jomeinitas irrumpieron en la embajada de Estados Unidos en Teherán y tomaron 52 prisioneros. Sin embargo, en mitad del caos, otros seis logran escapar y encuentran refugio en casa del embajador canadiense, Ken Taylor.
El Departamento de Estado comprende que, si son descubiertos fuera de la embajada, esos seis fugitivos serán ejecutados. Un especialista de la CIA, Tony Méndez propone entonces un extravagante plan de huida. Tras el rodaje de Star Wars en Túnez, otras películas de ciencia-ficción se estaban rodando en escenarios exóticos. ¿Por qué no introducirse en Irán y convencer a las autoridades islámicas de que los seis evadidos forman parte de un inocente equipo de filmación canadiense?
Por medio de su supervisor, Jack O'Donnell, Méndez entra en contacto con el maquillador John Chambers –el caracterizador que diseñó las máscaras de El Planeta de los Simios y las orejas de Mr. Spock–, y ambos crean una compañía junto al productor Lester Siegel. De ahí en adelante, la producción de una falsa película, Argo, se convierte en la tapadera de esta peligrosa operación de inteligencia.
El guión está basado en los hechos reales contados en el artículo de la revista Wired “The Great Escape: How the CIA Used a Fake Sci-Fi Flick to Rescue Americans from Tehran", escrito por Joshuah Bearman, y en un capítulo de “El maestro del disfraz: mi vida secreta en la CIA”, obra del propio Antonio J. Méndez, protagonista de la historia que nos ocupa.
El contexto histórico
Para comprender el contexto en el que se relata la trama de “Argo” conviene hacer un repaso histórico de los hechos transcurridos en las décadas anteriores en Irán.
Y de eso es de lo que se encarga Affleck en los primeros minutos de la película. Mediante un breve prólogo nos resume, a grandes rasgos, cómo los estadounidenses (y también los británicos, que no se nos olvide) lograron expulsar del poder al primer ministro Mohammad Mosaddeq (que pretendía nacionalizar los recursos petrolíferos del país, cosa que no agradaba lo más mínimo a países dependientes del petróleo como EE.UU.) y cómo ayudaron a Mohammad Reza Pahlevi a convertirse en emperador o Sha de Irán, iniciándose así una serie de reformas que transformarían el país al gusto de sus nuevos “amigos” políticos.
Al tiempo que el Sha se enriquecía a base de bien, gran parte del pueblo se empobrecía, originando con ello un descontento masivo que, por supuesto, el gobierno trató de frenar con mano férrea.
A finales de los 70, la situación se hizo insostenible, con crecientes manifestaciones y continuas represalias por parte del poder policial del Sha, quién a principios de 1979 acabaría huyendo exiliado en vistas de la inminente revolución que se le venía encima y es acogido en EE.UU.
La sublevación del pueblo hizo crecer las protestas hasta llegar a la capital, Teherán, en donde se encontraba la Embajada de Estados Unidos. Justo ahí comienza la historia que se nos cuenta en “Argo”. El secuestro de los trabajadores de la Embajada causó enorme conmoción en el mundo entero y, en especial, en la sociedad norteamericana. La mayoría de los rehenes _52 de los 66_ en el interior de la embajada fueron finalmente liberados, no sin dificultades, de forma diplomática tras 444 días de cautiverio. De hecho, 13 de ellos, las mujeres y los afroamericanos, fueron liberados antes y otro, un poco más tarde que éstos, por enfermedad. No obstante, el mayor problema, sin embargo, no residía en estos rehenes en el interior de la embajada sino en los seis que habían conseguido escapar en el mismo momento del asalto a la embajada y que corrían el peligro de ser ejecutados ipso facto en el caso de que los revolucionarios iraníes diesen con su paradero _a ellos y a los diplomáticos canadienses que arriesgaban sus vidas dándoles cobijo_.

Una película de ficción para una historia real
El comienzo de Argo es una maravilla. Tras una introducción en la que una voz en off nos narra de forma breve pero concisa la historia de Irán, somos trasladados al país de Oriente Medio en los convulsos finales de los años 70 y son unas escenas rodadas de tal forma, que se palpa la tensión y la sensación de peligro que sufren los protagonistas, que te atrapan y donde ya nos damos cuenta de que estamos ante una película que merece la pena ver.
Todas las estrategias que la inteligencia americana propone tienen pocas posibilidades de llegar a buen puerto, hasta que el experto en “exfiltraciones” Tony Mendez pone su disparatado plan sobre la mesa: aterrizar en Irán haciéndose pasar por productor de cine y lograr que los seis finjan ser un equipo de rodaje canadiense en busca de localizaciones para una exótica película de ciencia-ficción (una space opera al estilo Flash Gordon), para después marcharse del país en avión, como si tal cosa.
Suena de locos, pero no hay un plan mejor. De hecho, éste es el plan “menos malo” que tienen entre manos. Así que le dan el visto bueno, y arreando que es gerundio.
La cinta continua después por donde había venido y el thriller vuelve a hacer acto de presencia, donde se representan los tejemanejes de la política americana, centrada en este caso en su agencia de espionaje y dejando también hueco al papel del presidente Jimmy Carter, quien se lleva sus minutos sin pena ni gloria.
Sin maniqueísmos
Pese a lo que pueda parecer, la película carece del maniqueísmo habitual de los films de las grandes corporaciones. Pese al claro trasfondo político, evita posicionarse sobre el conflicto exponiendo los hechos históricos de forma veraz, concisa y objetiva, permitiendo así que el espectador reflexione y juzgue por sí mismo.
Es cierto que los americanos son los héroes de esta historia con final feliz _héroes en la sombra durante muchos años hasta que se archivó el caso_, y así se refleja en esta recreación _sin olvidar el apoyo canadiense, de incalculable valor_, pero ni mucho menos son los buenos de la película, por así decirlo.
Como hemos señalado el inicio, a modo de introducción, ya narra al más puro estilo cómic, la discutible actuación del Gobierno americano en lo que respecta a cómo impusieron un dictador en Irán y le dieron apoyo cuando fue derrocado. Ese pequeño inciso es fundamental para comprender el contexto en el que se mueve la trama y mirar con otros ojos el resto de la historia. Se recuerda por qué se originó el malestar en la comunidad iraní, quién estuvo detrás del Sha apoyándolo primero y protegiéndolo luego. Claro que eso tampoco justifica secuestro o asesinato alguno por parte de la milicia, por lo que aquí tampoco es cuestión de discernir entre “buenos” y “malos”.
Una historia de cine
Resuelto con nota el tema histórico, quedaba el lado más puramente cinematográfico. Y aquí el resultado es sobresaliente. En ningún momento decae el ritmo; la intensidad y las emociones están a flor de piel y la tensión sólo se corta en determinados momentos muy bien elegidos donde el humor toma su lugar y da un respiro al público
El primer gran acierto es esa misma breve introducción al clima político de Irán previo al ataque a la embajada americana en Teherán. Con una sencillez inusitada se nos introduce en la acción evitando demonizar a la masa enfurecida a las puertas de la embajada, un punto clave para no desvirtuar la historia que nos cuentan, ya que muestra a los iraníes con derecho a reaccionar así ante todo lo que proceda de Estados Unidos.
El tempo es perfecto: la presentación al público de los antecedentes, las opciones de rescate, los preparativos, el caldeado ambiente en las calles de Teherán, las dudas de la administración Carter, la vida en la embajada canadiense... El riesgo de tomar este caso particular y dejar orillada la gran crisis de la embajada americana se sortea, por tanto, con éxito.
Quizá el clímax es excesivo, muy exagerado y previsible, pero en general tenemos una de esas grandes producciones que muestra un asombroso respeto por la tradición de narrar una historia con las mínimas florituras y el máximo impacto.
El guion es sumamente perspicaz y sabe ser crítico con lo ajeno y lo propio, imprimiendo unos diálogos en muchos de sus personajes donde todos se llevan lo suyo, desde la CIA, los gobiernos occidentales culpables de quebrar gobiernos para llegar a acuerdos que siempre les benefician a ellos, hasta una crítica feroz a la meca del cine, donde uno de sus grandes aciertos es ese tramo en la mitad de la película en la que con gran sentido del humor se dedica a caricaturizar a la industria de Hollywood y sus grandes estudios.
Toda la parte en la que Méndez debe hacer creíble el interés de un estudio de Hollywood en busca de localizaciones en Irán para rodar allí una película de ciencia-ficción es, simple y llanamente, perfecta. Y nos regala, de paso, una ácida crítica al mundillo hollywoodiense de la mano de dos personajes descacharrantes: John Chambers, un famoso artista de maquillaje y amigo de Mendez; y Lester Siegel, un deslenguado director en horas bajas con unos diálogos que no tienen desperdicio.
Estas gratificantes notas de humor son un contrapunto perfecto a una historia, en realidad, bastante seria, siendo especialmente memorable el juego de palabras que establece con el título de la misma ( Argofuckyourself!).
Pero es que el plan verídico de Mendez resulta tan descabellado, que la película debe contagiarse irremediablemente de esa excentricidad latente. De hecho, es una de las claves por las que la cinta se convierte en una propuesta excitante y equilibrada.
A partir de ahí, Affleck juega con las posibilidades de la historia para jugar con diferentes géneros y así no saturar al espectador con la trágica situación que nos cuenta. Es por ello que la aparición de la comedia no es una concesión, sino la única opción realmente válida para la película inexistente que su personaje ha de sacar adelante y también para valorar el resto de delirantes propuestas para sacarlos de Irán.
Siendo la combinación de drama y  thriller la que domina el tramo final de la “gran evasión” resulta sorprendentemente intenso incluso a sabiendas de conocerse el desenlace: no se renuncia a algunas de los típicas “argucias” cinematográficas por excelencia (vehículos que no arrancan a la primera, por ejemplo) que permiten aumentar el nivel de tensión y suspense.
La documentada recreación histórica
Affleck no se limita a reconstruir un incidente poco conocido con todo el realismo histórico posible. Va más allá.
Si hay algo que le da Argo otro punto más de veracidad es la impresión de que realmente estamos en la década de los 70, con un mimo por el detalle absolutamente admirable: el salto de la verja de la embajada, las calles encendidas de protestas de Irán, el ahorcado de la grúa, la quema de la bandera americana, los trajes, los cuellos de las camisas, la decoración en casas y oficinas, los bigotes y cortes de pelo, las enormes gafas, la banda sonora o la presencia del tabaco en todos los ambientes, hace que nos traslademos a aquella época, un retrato elegante, cuidado y al que siempre se le nota la intención de ser preciso con respecto a los hechos que está narrando y aunque la imagen del pueblo de Irán puede resultar algo parcial no se le puede negar al director que quiera contar la historia con la mayor exactitud posible, siendo crítico con ambas partes, consiguiéndolo en su mayor parte con creces.
Dejando eso a un lado, Affleck se confirma como un director hábil en el manejo de la cámara (a destacar cómo filma a lo Greengrass en medio del alboroto inicial a las puertas de la embajada para captar el bullicio imperante, para luego enderezar la cámara a medida que el plano se eleva por encima de la muchedumbre) y con una gran capacidad narrativa y escenográfica que aquí se tornan fielmente documentalistas en muchas ocasiones (las comparaciones fotográficas durante los créditos finales dan buena cuenta de ello).
Sin embargo, sería injusto olvidar el acertado toque visual gracias al tremendo esfuerzo de Rodrigo Prieto para dotar a cada realidad de la película de un tono visual característico, ya que hay sutiles diferencias entre las escenas en la CIA (más pulcro, colando perfectamente como algo mucho más actual), Hollywood (donde su busca que se note lo máximo posible el año en el que se ambienta la acción) e Irán (con más grano y buscando un mayor realismo).
Aquí entraría también una mención a la acertada recreación física de todos los implicados con respecto al original real, algo que se recuerda abiertamente al espectador durante esos títulos de créditos finales.
Mención especial merece la labor interpretativa. Tanto como John Goodman como Alan Arkin en su papel de productores ficticios, están fantásticos. Caso aparte merece el propio Ben Affleck como agente de la CIA. Es el único que se aleja de la acertada caracterización física del reparto. Del pequeño y enclenque hispano Tony Méndez al fornido y apuesto blanco Affleck media bastante. El musculoso de gimnasio no existía en la época y menos con chaqueta de coderas. Se ha limitado a usar el recurso de dejarse crecer la barba y tener un aspecto algo más desaliñado de lo habitual. Es que Affleck siempre ha demostrado ser más convincente cuando tiene  dar vida a alguien seguro de sí mismo que en los momentos en los que ha de mostrar fragilidad emocional. Ciertamente, el tono medido, contenido y casi limitado de su actuación habla de que el mismo como director era consciente del problema. Pero, como decía una amiga si te lo pide Ben haces lo que sea, y no se entiende que exista la crisis de duda y confianza que debe inspirar el solitario agente de la CIA al grupo de aterrados diplomáticos ocultos justo en el punto crítico de la trama, por mucho drama familiar que se apunte. El resto del reparto cumple bien su cometido, pero siempre dentro de una necesaria contención para no romper el equilibrio, no tanto para que Affleck brille más como para que el conjunto sea más sólido.
Una película muy peliculera
Si no fuera porque combina espionaje, suspense, política y humor, Argo podría catalogarse dentro del subgénero del cine dentro del cine. De hecho, el trasfondo de esta pintoresca peripecia parece una leyenda urbana de Hollywood, y de no ser porque ya se ha desclasificado la operación de la CIA en la que se inspira, parecería el invento de un guionista demasiado imaginativo. Al protagonista muy preocupado por la elaboración de un plan viable, se le encienden las lucecitas viendo por televisión una imagen de La conquista del planeta de los simios: se harán pasar, él y los ciudadanos a quienes debe rescatar, por el equipo de una película de ciencia ficción que busca localizaciones en Irán. Y el maquillador John Chambers, realmente ganador de un oscar por El planeta de los simios será, digámoslo así, su mentor.
No hay que reprocharle a Ben Affleck que Argo no tenga el rigor ni la fuerza de otros thrillers políticos como Todos los hombres del presidente, Network o Munich, películas de Alan J. Pakula , Sidney Lumet y Steven Spielberg que vienen fácilmente a la memoria en tanto que también evocan hechos reales relacionados con la política.  Pero Affleck solo se aproxima a esta historia con la muy loable intención de hacer un thriller canónico, más preocupado por la tensión narrativa y el suspense que por el realismo. El resultado es más elemental y fácil de digerir que aquellos thrillers setenteros de denuncia y desencanto hacia el sistema. Pero estamos ante un film lo bastante agudo en su mensaje y hábil en su confección como para dejar cierta huella propia.
No pocos hubieran apostado por una aproximación puramente dramática a una historia real. Lo que nos recuerda películas donde el humor era la tónica dominante hasta que se producía un giro dramático final que no terminaba de encajar del todo bien con el tono del resto de película como La Cortina de Humo‘ (Wag the dog, Barry Levinson, 1997), Evasión o Victoria o la misma La gran evasión.  Eso no sucede en ‘Argo’, donde Affleck sabe cómo mantener siempre en perspectiva el dramatismo del hecho real del que parte, jugar con los géneros que mejor se amolden a cada situación para que la película funcione al mismo tiempo como propuesta de corte artístico y singular entretenimiento para todo tipo de público. Propuesta gratamente cohesionada en su traviesa mezcla de intriga político procedimental, comedia de cine dentro del cine, e incluso drama familiar un poco empalagoso, en Argo funciona el suspense, la ironía e incluso, cuando toca, hasta la emoción.
Con este su tercer trabajo como director, Ben Afleck parece destinado a seguir a Clint Eastwood, Robert Redford o más recientemente George Clooney como galán con mejor reputación tras la cámara que frente a ella. El sobresaliente resultado final convierte a “Argo” en uno de los títulos del año con serias posibilidades a obtener nominaciones en los Oscars . Aunque esto último sería un reconocimiento adicional a su excelente acogida por parte del público y de la prensa especializada.
En definitiva, es el prototipo de muy buena película, que no se limita a una exposición académica de una singular historia real, sino que aborda otras posibilidades, desde el drama más evidente hasta el thriller, sin por ello obviar las cómicas del disparatado plan para salvar a los refugiados americanos. No es perfecta, pero sí una película con la que uno acaba pensando que su tiempo y dinero ha estado bien utilizado.
Argo
Título original: Argo  Año: 2012 País: Estados Unidos Duración: 120 minutos ; Estreno en España 26-10-2012; Estreno en USA: 12-10-2012
Director: Ben Affleck Reparto: Ben Affleck (Tony Mendez), Bryan Cranston (Jack O'Donnell), John Goodman (John Chambers), Alan Arkin (Lester Siegel), Michael Cassidy (Analista Jordan), Taylor Schilling, Kyle Chandler (Hamilton Jordan), Clea DuVall (Cora Lijek), Rory Cochrane (Lee Schatz), Tate Donovan (Bob Anders).
Guión: Chris Terrio, basado en un artículo Escape from Tehran de Joshuah Bearman.
Producción: George Clooney, Grant Heslov y David Klawans.
Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: William Goldenberg. Diseño de producción: Sharon Seymour. Vestuario: Jacqueline West. Productoras: GK Films, Smoke House y Warner Bros. Pictures. Distribución en España: Warner Bros. Pictures.
Web Oficial en español: www.argolapelicula-es.com
PREMIOS 2012: Festival de San Sebastián: Sección oficial (fuera de concurso) 2012: Festival de Toronto: Nominada al Premio del Público (Mejor película)
GÉNEROS: Thriller. Intriga. Drama. Comedia | Años 70. Cine histórico. Política. Terrorismo. Cine dentro del cine. Basado en hechos reales.










jueves, 8 de noviembre de 2012

A propósito de Agustín García Calvo


Algunas preguntas para un "hombre bueno"

Bueno, pero ¿para qué?
Dices que no eres sobornable,
pero el rayo que cae sobre la casa tampoco es sobornable.
De lo que una vez has dicho no te retractas.
Pero, ¿qué has dicho?
Dices que eres honesto, que lo que piensas lo dices.
Pero, ¿qué piensas?
Que eres valiente. ¿Contra quién?
Que eres sabio. ¿Para quién?
No te preocupa tu beneficio personal.
¿El de quién entonces?
Que eres un buen amigo. ¿De buena gente?
Entonces escucha: sabemos que eres nuestro enemigo.
Por eso ahora vamos a mandarte al paredón.
Pero teniendo en cuenta tus méritos y tus buenas cualidades, 
será un buen paredón, y te dispararemos 
con buenas balas de buenos fusiles 
y te enterraremos con una buena pala en una buena tierra.
Nuestras derrotas no demuestran nada
Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo es grande.
¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia? Ahora
ella los derrotó.
No protesten.
El que lucha debe saber perder
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.
Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad?
¿Acaso somos
vuestros enemigos los que somos
enemigos de la injusticia?
Cuando los que luchan contra la injusticia
están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.
Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchan contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados.

Bertolt Brecht

Homenaje a Agustín García Calvo



Libre te quiero


Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.


Agustín García Calvo


Disfruta de la versión de Amancio Prada



Tú, cuya mano 

Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.

Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de aquella luna de Sumatra,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.

Rabia ajena

Nada fuera de mí,
a excepción del enojo,
tiene un principio y un fin

determinado,
a excepción de la rabia,
que no es mía, ya lo digo, así desde el inicio,
como lo dicen en mi ciudad,

tan felices de la mañana

hasta la noche, mucho más felices, mucho más,

que no es mía, repito, porque aun más adentro

me nacen las ganas de morir,
y después de la rabia, mucho después, o no tan después,
sobresalta pensar que volverá de nuevo
la rabia o el enojo,
desde afuera, por supuesto,
fuera de mí, fuera de todos, vuelta a empezar,
vuelta y más vuelta, fuera, vuelta a empezar,
y así acaba todo.

Agustín García Calvo
¡Cuántas cosas...!

¡Cuántas cosas tendría que deciros,
si supiera quién hay tras de la puerta,
si pudiera contar lo que despierta
cada vez que se duermen mis sentidos!

Pero ya no me queda entre los giros
de los pasillos de esta vida muerta,
más que un polvillo de memoria incierta,
que no sé si en un soplo transmitiros.

Puede que alguno de vosotros sienta,
al oír lo que digo, que esa cuenta
ya la ha oído él sonar antaño.

Y tal es verdad. Yo aquí en la boca
siento que lo más mío me es extraño
y que en mí la razón se vuelve loca.


Agustín García Calvo era filólogo, lingüista, poeta, dramaturgo, traductor y pensador. Un maestro imprescindible entre los creadores contemporáneos. Fue catedrático de Latín en la UCM. Premio Nacional de Ensayo, Literatura dramática y Traducción. Excelente conversador ha seguido siempre en la brecha escribiendo y opinando sobre todo lo que inquieta al ciudadano. 

Fue apartado de su cátedra durante el  franquismo en 1965,  por apoyar  las protestas estudiantiles

Mis recuerdos de  ...

Me he emocionado tantas veces con sus poemas que prefiero no acordarme de cuando lo leí por primera vez, quizás a los 17 años. Luego se los he escuchado recitar a voz en cuello en recitales al aire libre o en la calle o sus ecos cuando lo recitaban otros.., en especial, a mi amigo Javier R., poeta nocherniego.  
Han sido tantas las veces donde sus versos me han acompañado que prefiero no recordar las gentes, los lugares y los momentos en los que los he sentido tan próximos. 
Algunos os los transcribo en esta mismas páginas. Otros los podéis encontrar: Poesía salvaje. o en sus maravillosos libros de la Editorial Lucina.  Libros

He sonreído, reído y disfrutado siempre con sus sonadas versiones rítmicas de los clásicos tanto en las páginas de sus libros o como en las tablas de la escena. 
Os recomiendo su versión de Las Bacantes de Eurípides. 
Recuerdo de una manera muy especial una representación de La Paz de Aristófanes  y otra de Los Carboneros en el Templo de Debod ¿en 1981, estaba estudiando COU?,  tan singularmente brillantes como desternillantemente procaces. Las traslación de los distintos dialectos del griego antiguo a los del español contemporáneo, tenían también su punto.

Fue un gran profesor de universidad y de Instituto por lo que siempre sintió especial debilidad por los jóvenes y sus inquietudes.
Os recomiendo un texto: Para Internet con destino a los estudiantes de Bachillerato y a sus profesores (2) y su utilización didáctica. De Viva Voz.
Por cierto, si queréis escuchar esa misma voz en directo. Podéis escuchar sus conferencias en La Fundación Juan March de 5 de Mayo de 1988: "Frase. Palabra. Fonemas y prosodia"

Puedo dar fe de su sorna y gracejo castellano en conferencias, charlas y coloquios. Recuerdo una de ellas en el Paraninfo del C.S.I.C. de la calle Serrano enormemente emotiva sobre el lenguaje y la función de la lengua. Y, por supuesto, he discutido mucho sobre su ortografía fonética y su defensa de que se escriba tal cual se habla. Ortografía

Y finalmente, y, ante todo, siempre he tenido como ejemplo su coraje político y su valentía en tiempos difíciles. 

Gracias por ser y estar cuando era necesario. Ahora que ya no está aún se le va a echar más de menos ya que como reza el famoso aforismo:

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. 
Hay otros que luchan un año y son mejores. 
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles."